Ha habido muchos veranos buenos en mi vida, y tenía el presentimiento de que este lo iba a ser también. Pero nunca pensé que fuera a ser tan perfecto.
En primer lugar, el campamento fue genial. El buen rollo que había entre los monitores y los campistas, los juegos, las risas, los llantos los dos últimos días, la ilusión de que el año que viene iré como monitora...
Después vino el Eixo. 5 días en un hotel de Guimaraes, compartiendo hotel con los demás equipos de Pontevedra, y jugando al voley todos los días. Ahí conocí a gente increíble, sobre todo los chicos de balonmano, que son unos amores, sobre todo David, Marcos, Andrés, Aser... Nunca olvidaré las noches en los sillones del hall, hablando y riendo como locos.
Las tres semanas que pasé en Cádiz con mi hermana también estuvieron muy bien, y me gustaría repetir el año que viene.
Cuando volvimos, vinieron los dos fines de semana de Peñas. Lo bien que me lo pasé esos días fue increíble, y nunca olvidaré que ahí conocí a dos de los que son ahora unos de mis mejores amigos: Héctor y Gabriel Hervés.
Después de Peñas, tocó la semana de las Peregrinas, en la que conocí a Jorge Amestoy e Iván, entre otros. El concierto de los 40 Principales fue genial, pero de lo que nunca me olvidaré, fue de como Marta consiguió que ella, Raquel y yo viéramos al prueba de sonido de Auryn desde encima del escenario, y también pudimos hablar con ellos, que nos firmaron autógrafos, y nos sacamos una foto.
Poco después de eso, vino mi cumpleaños. Invité a mis amigos a mi casa, hicimos guerra de globos de agua, aunque al final optamos mejor por cubos, tinas, pistolas de agua, e incluso la maguera. Merendamos, vimos una peli y disfrutamos como nunca, todos juntos.
Ahora, el verano se está acabando, pero aún nos queda una cosa más: el cumpleaños de Brais, el sábado. Da una fiesta en su casa, por la noche, y presiento que va a ser de lo mejor del verano.
Aunque sin duda, mi parte favorita del verano, fue conocer y hacerme amiga de tanta gente increíble.
